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Bodas de Plata en Revista HUMANIZAR

Número 150, Enero-Febrero 2017

"La vida no es hermosa, pero se puede vivir hermosamente si la humanizamos "

Andrés y Cristóbal Aberasturi

La vida no es hermosa, pero se puede vivir hermosamente si la humanizamos.
Realista, sincero, combativo. Del vértigo y el agujero negro iniciales, ha sacado fuerzas en el abrazo de su hijo, cuando lo ve dormir con las manos juntas, el apoyo de otros padres. Se comprenden en silencio, hay empatía. Y aunque las minorías no dan votos, Andrés sigue luchando, hasta el final.
Periodista, poeta, narrador. Comenzaría en La Información y Pueblo, para pasar después a Radio Nacional de España y Onda Cero. A Andrés Aberasturi lo conocemos especialmente por sus informativos y magazines en Televisión Española, Antena 3, Telecinco, Telemadrid… Recoge su poesía completa en Hablando solo. Su último libro, Cómo explicarte el mundo, Cris. Casado y padre de dos hijos.

Pasión por las palabras

P. Prensa, radio, televisión, periodismo digital. ¿Cuál es su medio?          
R. Por razones de edad, prensa escrita. Cuando yo empecé en esto los periodistas estaban en los periódicos, internet no existía y la radio y la tele eran otra historia que nada tenía que ver con el periodismo. 
P. Estudió con Pilar Cernuda y Rosa Montero. ¿Ha evolucionado el periodismo? 
R. Ha evolucionado la sociedad; mi generación empezó con la censura franquista. Luego tuvimos la suerte de poder contar la llegada de la libertad. Ahora se ha puesto de moda un “periodismo espectáculo” que a mí no me gusta. 
P. Da la imagen de periodista inconformista. ¿Se puede humanizar el mundo comunicando?
R. Ese es el sueño de algunos, pero para conseguirlo necesitas una sociedad dispuesta a ser más humana, más sensible a los grandes problemas, y no parece que las cosas vayan en ese sentido.
P. Hablando solo. ¿Ha llegado a sentirse así?
R. Es muy complicado de responder en pocas palabras. Al final el ser humano siempre está solo frente al resto o junto al resto. Lo de hablar solo es un buen ejercicio para decirte a ti mismo lo que en ocasiones no quieres oír. Profesionalmente me ocurre a diario: escribes una columna tras otra, pero nada cambia. Los periodistas, incluso los que se consideran “influyentes”, deberíamos hacer un ejercicio de humildad.
P. Un blanco deslumbramiento (Palabras para Cris). ¿Un antes y un después?
R. No creo; en mi caso al menos, los libros que he escrito son el fruto de una reflexión ya vivida, un testimonio más o menos acertado de lo que sea, pero nunca una necesidad interior que me libera; en todo caso al contrario: lo paso mal reviviendo el pasado, pero, como digo en el libros último, conviene morir con todo dicho.

Poniendo orden al caos

P. ¿Cómo asume un padre que su hijo no va a poder expresarse verbalmente?
R. Como cualquier otro: es sencillamente un drama, una injusticia, una estafa. En el libro “Cómo explicarte el mundo, Cris” intento contar todo eso. 
P. Supongo tienen otras formas de comunicación.
R. Bueno, queremos pensar que las tenemos, pero no estoy seguro. Siempre hay cosas muy básicas que puedes intuir, pero realmente no existe la comunicación como tal. Vivimos “como si…” Hablamos con él, le contamos las cosas; pero siendo conscientes de la realidad. 
P. ¿Qué supone el silencio?
R. Esa es una buena pregunta que necesita apellidos. ¿Qué silencio? El de Cris es algo abrumador, el de un posible Dios es la negación, el de la sociedad un ejemplo a no seguir.
P. ¿Hay diferentes etapas en la aceptación?
R. Supongo que sí, pero no tengo muy claro cómo ocurren las cosas. Al principio es un vértigo, un agujero negro, el desorden total. Luego viene la reflexión y todo se va recolocando, incluso la injusticia, que se acepta porque es real, está ahí, pero eso no significa que no te reveles. En la familia, que es importante como tú trates el tema: si haces una tragedia, todo será una tragedia; si intentas “normalizar” lo que evidentemente no es normal, todo se normaliza.  
P. Su hermano lo aceptó con naturalidad.
R. Si, aunque supongo que no fue fácil para él; era pequeño y creció viendo a su hermano así y que sus padres no hacían un drama pese a todo.
P. ¿Ayuda apoyarse entre familias?
R. Ahora es más fácil con las nuevas tecnologías, pero la sensación de soledad y de desamparo cuando nació Cris fue bastante opresiva. En esos momentos, más que respuestas científicas quieres palabras solidarias, gente que haya pasado lo mismo que tú estás pasando y te digan que se puede superar. 
P. ¿Qué es Fundación Nido?
R. Una iniciativa de un grupo de familias que nos constituimos en Fundación para ocuparnos de los paralíticos cerebrales, sobre todo profundos, que son los que menos atención reciben y más necesitan.
P. ¿Qué es lo más duro en la vida de Cris?
R. Realmente no lo sé. Hay algo que es un hecho: la cantidad de veces que ha pisado los hospitales, las urgencias… Cuando las neumonías son graves le falta oxígeno y eso debe ser angustioso; y el dolor, claro, los pinchazos.
P. ¿Y con lo que más disfruta?
R. La piscina, le metamos allí con un flotador o muy abrazado a nosotros. Imagino que el hecho de estar en el agua, de no pesar, esa sensación de libertad, que no tiene en su silla de ruedas, le resulta reconfortante. 
P. Momentos más conmovedores…
R. Hay muchos, positivos y negativos. Los segundos están en el libro. De los primeros, cuando pasas a su lado y te coge de la camisa y te pone frente a él y te abraza; cuando se duerme con las dos manos en la mejilla, cuando se ríe sin motivo aparente… no sé, hay muchos momentos llenos de paz.
Un silencio inocente
P. ¿Cómo explicarnos las víctimas inocentes?
R. Bueno, esa es la gran pregunta, la pregunta que intento contestar en no sé cuántas páginas y en treinta y seis años de vida. Al final, llegas a la conclusión de que no hay respuesta posible o moral. Nadie sabe, no ya justificar, sino explicar esa sinrazón, y yo menos que nadie después de haberlo meditado mucho, después de haber reflexionado sobre lo que al final no es más que una gran estafa. Mi hijo y todos los inocentes condenados son un tremendo error, de la naturaleza unas veces; de la sociedad, otras.  
P. ¿Qué tiene que ver Dios?
R. Nada. No soy capaz de entender a un Dios con mayúsculas, a un Dios Padre que ama sus hijos y contempla impasible lo que ocurre. Respeto a los que creen y seguramente les envidio, pero yo, si quiero ser honesto conmigo mismos, no puedo entenderlo. No lo niego, solo digo que no puede ser. 
P. Su hijo es un luchador nato.
R. Esa es una palabra equivocada, una idea, como tantas otras, dulcemente falsa. Porque ser un luchador, en el sentido que lo entendemos, implica un proceso intelectual, una intención, la posibilidad de elegir; y él carece de todo eso. Tiene instinto de supervivencia. Tal vez a alguien le parezca duro que diga esto, o que lo afirme sin saber realmente lo que pasa en su pensamiento. Hay que pasar muchas noches intentando que no se quite la mascarilla de oxígeno que es su vida, su carencia de angustia, para empezar a comprender muchas cosas sin miedo.   
P. Ante la necesidad de una residencia, ¿qué sentimientos se despiertan?
R. Es un desgarro, un desgarro que nunca cicatriza. Al principio, sientes la tentación de culparte de abandonarle, de que te estás quitando un problema de encima; no es verdad, claro, pero esa idea te persigue y no te abandona del todo nunca.
P. ¿Qué les diría a otros padres? ¿Y a la gente de la calle?
R. No soy amigo de dar consejos ni lecciones, ni siquiera pretendo que nadie piense como yo. En todo caso, hay algo que digo en el libro y que creo que es cierto: la vida no es hermosa pero se puede vivir hermosamente.
P. ¿Por qué no se mojan más nuestros políticos?
R. Somos pocos y damos pocos votos. La sociedad no valora demasiado el gasto social para minorías.
P. Tendemos a olvidarnos de que todos somos personas…
R. Quiero pensar que no, pero a veces te lo ponen muy difícil.
P. ¿Piensa que hemos avanzado?
R. Claro, pero la pregunta es por ejemplo: ¿dónde hemos avanzado más, en las carreteras o en el tema social?
P. ¿Qué vida sueñan para su hijo?
R. Ya no soñamos, discutimos con las administraciones, peleamos por su dignidad, por su bienestar. Pero no hay sueños, no hay milagros.
P. Escriba un titular dedicado a Cristóbal
R. INOCENTE.

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