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Número 184, Septiembre-Octubre 2022

La Iglesia: celebración y círculo. El sueño trinitario de Jesús

Cristina Inogés-Sanz, Zaragoza, teóloga por la Facultad Protestante de Madrid (SEUT). Experta en Relaciones Institucionales y Protocolo (UNED), diplomada como Dirigente Social y Habilidades Directivas (Fundación CAI-ASC), miembro de la Comisión Metodológica del Sínodo (2021-2023) y encargada de la meditación del acto de apertura del mismo.

Autora de varios libros en la Editorial PPC y en la Editorial San Pablo, colabora en varias revistas españolas y extranjeras y en TVE, en el programa Últimas Preguntas, con un espacio titulado “Escondidas en la historia”.

Mujer creyente

¿Vivieron igual la Resurrección Juan y María Magdalena?

Ni mucho menos. La experiencia de la resurrección siempre es personal. Cada uno la viviría y experimentaría de forma diferente.

Las mujeres fueron importantes en el Antiguo Testamento. ¿Hubo un retroceso con la tradición paulina?

Más bien con algunos añadidos a las cartas de Pablo y que van en contradicción con lo de “en Cristo no hay esclavo ni libre, ni hombre ni mujer…”. Las mujeres de las que habla Pablo estaban al frente de las comunidades, que se reunían en las casas. Los verdaderos problemas llegaron con la sacralización de las figuras del obispo y del presbítero (finales siglo I – siglo II).

Místicas, beguinas… ¿Papel de las mujeres en la Iglesia?

Primero, una matización del lenguaje. Ni las mujeres ni los varones tenemos papeles en la Iglesia. Tener un papel significa que alguien, con poder sobre ti, te da un papel (un director o productor de cine…). En la Iglesia todos tenemos un lugar, que nos da el Bautismo.

Por ejemplo, Santa Tecla de Iconio, siglo I, con culto en la Iglesia católica y la ortodoxa, evangelizaba, predicaba, y bautizaba. La Iglesia ortodoxa la considera “Protomártir entre las mujeres e igual a los Apóstoles”.

Las beguinas no solo escribían maravillas de teología espiritual, sino que fueron las iniciadoras de lo que hoy llamamos pastoral de la salud, pastoral penitenciaria, pastoral de acompañamiento, pastoral de enseñanza…

¿Cómo recuerda su llamada?

Yo no sentí una llamada con fecha y hora. Sentí una tremenda curiosidad, intuía que había mucho más y mejor que lo que nos habían contado en las clases de religión. Y estudié Teología en la SEUT para satisfacer esa curiosidad. Conforme avanzaba en el estudio de la teología, veía más claro que esa era mi vocación.

¿Hemos avanzado en protagonismo femenino?

Sí, porque Francisco ha situado a muchas mujeres en puestos de responsabilidad y eso les ha dado visibilidad No creo que haga falta protagonismo femenino, sino liderazgo femenino, compartido. Es más importante, porque el protagonismo, en esta estructura de Iglesia que tenemos ahora, llegaría por concesión.

¿Funciones? El Sínodo tendrá un desarrollo lento. Que nadie piense que en octubre de 2023 vamos a tener una Iglesia sinodal, y esta tendrá una estructura similar a la actual. Dentro de esa estructura, tendremos que aprender a relacionarnos de otra manera, ese será el gran cambio. Pasaremos de ser piramidales a circulares, y en ese círculo estarán el papa, los cardenales, los obispos, los sacerdotes, los laicos, los consagrados… Solo que estaremos en una relación más igualitaria.

En Praedicate Evangelium, Francisco ha separado el sacramento del Orden del gobierno de la Iglesia. Todo laico –varón o mujer– preparado puede presidir cualquiera de los dicasterios del Vaticano. Vamos por buen camino.

Un Sínodo diverso

¿Qué ha pretendido el papa convocando este Sínodo?

Dar voz a todo el pueblo de Dios. Ha sido necesario cambiar la estructura del Sínodo, de evento a proceso. También estaban invitadas a participar personas agnósticas, ateas… Y se invitó a otras confesiones e incluso a otras religiones. Todas las voces pueden aportar y ayudar.

¿Por qué la gran laguna desde el Vaticano II?

El Vaticano II no se aplicó en su momento… Hubo factores externos que influyeron. El Concilio terminó cuando nacía el Mayo del 68 francés, y era un momento temeroso para la Iglesia. Luego, los pontificados siguientes a Pablo VI no ayudaron mucho, tenían otra visión eclesiológica. Esto no es ningún ataque a los papas, es el reconocimiento de la realidad. Y no pasa nada.

¿Hemos dado la espalda a Dios?

A Dios lo necesitamos siempre. Y siempre está ahí, respetando nuestra libertad de alejarnos y volver, y esperándonos sin reproche alguno.

Cuatro características del Sínodo.

Inclusivo; dinámico; en proceso (no termina); que llama a la comunión.

Iglesia y sociedad. ¿Tiempos diferentes?

Todo evoluciona en la vida. Nuevos tiempos, nuevos retos. No caminamos en paralelo, caminamos en el mismo camino de la vida y tenemos que entendernos.

Profeta, sacerdote, rey. ¿Ellos y ellas?

¡Por supuesto!!!!! Sin la más mínima duda.

¿Cambia mucho la fe de uno a otro continente?

Debemos tener claro que somos una civilización cristiana que se manifiesta en culturas diferentes, la manifestación de la fe será distinta.

¿Es posible una comunión ecuménica?

Eso será más complicado, pero no debemos vernos con recelo. Mi experiencia en la Facultad Protestante me hizo entender que el ecumenismo es posible. Las diferencias teológicas son grandes, aunque por encima de ellas está el Espíritu. Si lo escuchamos…

En los márgenes

¿Cómo los definiría?

Como una línea que hemos creado desde la propia Iglesia –y todos somos Iglesia– para colocar, como dice el Documento Preparatorio del Sínodo y el Vademecum, a los migrantes, los jóvenes, los pobres, y las mujeres.

Luego vendrían las periferias, de las que tanto habla Francisco, donde están los muy heridos y que, paradojas de la vida, también están dentro de la Iglesia. Finalmente, vendría el territorio de frontera. Ese es terreno inexplorado y habitado por intelectuales de gran valía  y profesionales de todo tipo a los que nuestro mensaje no llega, porque ellos necesitan otro lenguaje.

¿Acercar a los alejados? ¿O salir al mundo?

Salir, siempre salir. Pocas veces en el Evangelio vemos que Jesús se encontrara con la gente dentro de casa. Él estaba permanentemente en camino, salía al encuentro de todos. Esa debe ser nuestra actitud.

¿Cómo ve la atención a mayores, enfermos, dependientes?

La Iglesia hace muchas cosas bien. Para atender a esos colectivos no hacía falta un Sínodo. La Iglesia, a través de personas entregadas, siempre estará ahí. Si es de verdad inclusiva sobran los añadidos. En la Iglesia todos somos iguales y todos diferentes; todos aportamos y recibimos. Cada uno desde su realidad.

¿Cómo humanizar la Iglesia y sus ritos?

Este proceso sinodal es un tiempo de conversión. Nos humanizaremos si nos convertimos personal y comunitariamente. Los ritos se tienen que hacer entendibles y ver cuáles son necesarios y de cuáles se puede prescindir.

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