Revista Humanizar

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Humanizar para la paz

Número 182, Mayo-Junio 2022

"El arte es pensamiento crítico. Sin él no hay sociedad democrática"

Vimos que había muchas organizaciones que cuidaban el patrimonio cultural o el patrimonio arquitectónico, pero que no había ninguna que cuidase de los agentes que van a crear ese patrimonio en un futuro, que son los artistas. Cuando hay una guerra, todo aquel que puede salir sale. Y normalmente las personas del ámbito de la cultura suelen tener contactos con el exterior, con museos, con organizaciones culturales o incluso piden becas a universidades y se van, pero también hay gente que se queda dentro y esos artistas quedan más o menos olvidados.

¿Qué consecuencias observasteis entonces en estos artistas contemporáneos que permanecen en zonas de conflicto?

Vimos que se generaba un aislamiento en ambos sentidos, porque esas personas no podían comunicarse con el mundo exterior, porque nadie les iba a dar un visado y nadie viaja a esos países. Y nosotros en occidente como tal o en los “países seguros”, pues nos quedábamos aislados también de los testimonios de esas personas que se quedaban allí. Entonces Moving Artists nace de apoyar la práctica artística contemporánea en aquellas situaciones en las que supone un riesgo.

¿Qué tipo de actividades realizáis?

Visitamos el país, trabajamos con los artistas allí, que nos dicen qué tipo de programas necesitan, porque cada conflicto es distinto, cada situación es distinta. Pueden ser residencias de intercambio, talleres colaborativos o, por ejemplo, en el caso de Afganistán, nos reunimos con ellos en 2018 y nos dijeron que no querían una residencia en intercambio, porque ellos no tenían ningún tipo de relación con el exterior. Ellos preferían que viniese un artista de fuera y trabajara un proyecto colaborativo con 20 artistas locales, por ejemplo.

¿Cómo es la experiencia de cuando han venido artistas de fuera? ¿Qué valoración hacéis?

Muy positiva, porque el choque cultural es grande, pero enseguida se hace mínimo, nos adaptamos. Además aquí hacemos una labor para que estén inmersos en el tejido artístico local y la experiencia es súper enriquecedora.

¿Tienen una mayor capacidad de adaptación?

Sí, tienen más facilidad a la hora de adaptarse, no solo como artistas, a todos los niveles. Por ejemplo, uno de los chicos que vino era de Mosul, había estado tres años ocupada por ISIS y a nosotros nos avisaron cuando se liberó y fuimos allí a hablar con los artistas y abrimos convocatoria. Este chico vino fatal, venía pálido, con el recuerdo del sonido de las bombas, con un trauma terrible. Cuando volvió le tuvimos que sacar a todo correr porque cerraban por la cuarentena, salieron el último día y a él le cerraron la ciudad y estuvo dos meses en un checkpoint hasta poder entrar en Mosul. Y estuvo esos dos meses con los guardias cortándoles el pelo y haciéndoles la comida, que yo no me imagino a nadie de aquí adaptándose así.

¿Qué aprendizajes habéis tenido en este tiempo?

Hemos visto que hay un trabajo preventivo de campo en los países que se sabe que pueden ser volátiles a corto-medio plazo, que hay que hacer para prevenir que pase lo que ha pasado, por ejemplo, en Afganistán, que el país se cierra y no sabes quién se ha quedado dentro. Es como en la medicina, no todo es solucionar el problema cuando ya ha sucedido, sino que se puede hacer un trabajo preventivo ahora que sabemos cómo funcionan estas cosas.

¿Crees que el trabajo de los artistas puede contribuir a la construcción de la paz en algunos escenarios?

La única forma de cambiar las cosas es a través de la experiencia y solo cuando estás cerca de la gente, cuando tocas a esas personas, cuando estás comiendo con ellas, riéndote con ellas, es cuando aprendes a quererlas. Cuando tú no has tenido una experiencia directa con alguien, es muy difícil que quieras salvar su vida. Quieres salvar la vida de tu familia, tus amigos, la gente que has aprendido a querer. El mundo se cambia a través de la experiencia directa y en el arte estamos generando comunidad constantemente: el arte está basado en el afecto y en la experiencia.

¿Qué necesitáis de la sociedad para que realmente se valore este papel del arte?

A la gente igual pedirle un poquito de esfuerzo en los contenidos: si al final nos dedicamos a ver Instagram y Netflix, pues acabaremos todos con ese tipo de cerebro. La cuestión es que se valore que el arte es pensamiento crítico y sin pensamiento crítico no hay sociedad democrática. Que la educación es la base de todo. Igual tenemos que poner no solo el arte, sino el pensamiento crítico en la educación, entre las grandes prioridades de nuestra sociedad.

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