Revista Humanizar

La escucha: la salud entra por los oídos del corazón

Número 108, Enero-Febrero 2010

Escuchar la voz de África

Una telenovela colombiana es seguida con pasión por un grupo de mujeres en Ouagadugú. Varios jóvenes ghaneses esperan emocionados a que empiece el partido del Real Madrid contra el Barça. Imágenes de una catástrofe en el Congo son grabadas por CNN para ser emitidas en Nigeria. La última película de Disney se estrena en Ciudad del Cabo. Los mensajes, las imágenes, los estereotipos, los sueños. fluyen de Norte a Sur con la rapidez de la fibra óptica. Sin embargo, ese flujo es mucho más lento (o casi inexistente), cuando se trata del cine, la música o el arte producidos en los países empobrecidos y muy especialmente en África.
Por Cristina Ruiz Fernández
Vivimos en la era de los mensajes y de la comunicación. A veces parece que, a golpe de click, pudiéramos acceder a cualquier canción del mundo, encontrar información sobre cualquier cosa, ver imágenes de cualquier país. Sin embargo, inmersos en esa avalancha audiovisual, muy a menudo no nos damos cuenta de lo desequilibrada que está la balanza entre Norte y Sur. Los contenidos producidos en los países desarrollados son enormemente más numerosos y accesibles. No tenemos apenas posibilidades de escuchar al continente africano y, cuando nos llegan imágenes y voces desde allí, en su mayoría han pasado por las cámaras o micrófonos de un periodista o cineasta occidental. ¿Es posible escuchar, realmente, la voz de África?

En concreto, el continente europeo y el americano ostentan, de forma mayoritaria, la propiedad de los medios tanto de difusión como de producción. Esto nos otorga una inmensa capacidad para difundir nuestros propios mensajes. En esta "guerra de las imágenes", Occidente es por el momento vencedor y los países empobrecidos del Sur, especialmente África, se quedan sin voz.

The Walt Disney Company era en 2008 el conglomerado mediático más grande del mundo, seguido de News Corporation, Viacom y Time Warner, todos ellos estadounidenses. Entre los principales grupos multimedia del mundo también se incluyen algunos europeos como el francés Lagardère Group, el británico British Sky Broadcasting o el español Prisa. Incluso,entre los líderes mediáticos se puede encontrar algunas empresas latinoamericanas como el grupo mexicano Televisa o el brasileño Organizações Globo.

Es necesario que los africanos graben su realidad, tanto para ellos como para el resto del mundo
Sin embargo, ni un solo grupo africano se encuentra entre estos grandes conglomerados mediáticos, que son quienes ostentan la voz mayoritaria.

La población de África subsahariana no tiene ni los medios para producir contenidos -películas, series, música.-, ni los canales para difundirlos. Según el "Atlas del Cine" que cada año publica la revista Cahiers du Cinema en los días previos al Festival de Cannes, Europa y EE.UU. lideran la producción cinematográfica mundial, con 1.095 y 603 películas respectivamente. Países como Nigeria -conocida como Nollywood, la meca del cine africano-, cuentan con una elevadísima producción, con 872 películas realizadas en 2006 según la UNESCO. Pero ninguna de ellas encuentra canales para ser distribuida y proyectada en los países occidentales.

Sin medios, sin voz

Esta misma realidad la confirma el informe "Invertir en diversidad cultural y diálogo intercultural", publicado por la UNESCO en octubre de 2009, que puso de manifiesto que la exportación de medios grabados (audiovisuales, música, software...) es un sector dominado por Europa, con el 71% de las exportaciones, seguido de EE.UU. con un 15% en un ranking en el que África Subsahariana tan sólo alcanza el 0,41% a nivel mundial, y los países árabes el 0,02%.

Un esquema similar se repite en los medios de medios impresos, cuya exportación está liderada por EE.UU. y Reino Unido, con 16,7 y un 15,6% del volumen mundial, seguidos de Alemania (13,6%), Francia (5,7%) y China (4,9%), cuando los países del África Subsahariana sólo realizan el 0,35% de este tipo de exportaciones.

Esto, en la práctica, se traduce en que, al llegar a los 30 años, una mujer africana media habrá visto miles de horas de series y películas producidas en occidente, mientras que la posibilidad de que una cinta de producción africana llegue a los cines o las televisiones españolas es más que remota.

Culebrones en el continente negro

Las cineastas africanas Maty Gueye y Wanjiru Kinyanjui pusieron de manifiesto esta fuerte desigualdad, así como la dificultad de que las voces africanas sean escuchadas, en un encuentro celebrado el pasado mes de noviembre en la isla de Tenerife. "Las imágenes que nosotros vemos no son africanas, sino que vienen del Norte", señala la directora senegalesa Gueye. "Es necesario que los africanos graben su realidad, tanto para ellos mismos como para el resto del mundo, ya que muchos documentales hechos en el continente son realizados por personas no africanas".

"La televisión prefiere emitir telenovelas porque es más barato", subraya la keniata Kinyanjui. Las cadenas adquieren por 400 o 500 dólares los derechos de emisión de estas series de producción latinoamericana, con las que pueden llenar horas y horas de emisión. Son contenidos accesibles y baratos que las televisiones eligen "porque tampoco quieren que la gente piense y vea temas sociales", según la cineasta que ha producido en colaboración con otras dos documentalistas subsaharianas el film "África es nombre de mujer".

Reality shows y vídeos domésticos

Sin embargo, ya existen iniciativas pioneras que intentan revertir esta tendencia. Es el caso de Kenya Citizen TV, una cadena que ha empezado a filmar en las comunidades la vida cotidiana y la opinión de la población keniata. Las audiencias de estos programas han alcanzado porcentajes elevados porque, según Wanjiru Kinyanjui ,"se dieron cuenta de que la gente lo veía y empezaron a reflexionar sobre el hecho de que a la gente le gusta ver sus propias historias".

Otra de las propuestas es el Festival Panafricano de Cine y televisión de Ouagadugú (FESPACO), o el programa AfricaDoc, puesto en marcha en Senegal para la promoción del cine documental producido en el continente, especialmente en África del Oeste y Central para permitir que emerja una nueva generación de cineastas. La iniciativa, que incluye la celebración de un festival en Dakar, un master de realización y un seminario de investigación, cuenta ya con 35 proyectos de documentales.

El reto es ahora conseguir que esta producción llegue no sólo al público africano, sino también a los países occidentales, para que sea posible escuchar la voz del África Subsahariana de la mano de sus propios protagonistas. El abaratamiento de los costes de producción y el auge de los medios digitales, puede ser un buen camino para ello -aunque según los últimos datos facilitados por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), tan sólo 26 de cada 1.000 personas tienen acceso a Internet en África Subsahariana, frente a los 630 de EE.UU. y los 348 de España-.

Sin embargo, la influencia de lo digital es innegable, tal y como confirma el Festival de Cine Africano de Londres, que dedicó su última edición a este hecho. "La tecnología digital está teniendo un gran impacto en el cine africano", afirma la organización de dicho certamen. "El continente más pobre del mundo produce hoy en día películas muy convincentes, incluso aunque estén realizadas con vídeo doméstico". Con medios básicos, con bajo presupuesto y aprovechando las ventajas de la tecnología digital, los africanos y africanas encontrarán, más pronto de lo que pensamos, formas para hacer oír su voz.

Escuchar la voz de África

En la misma línea está el Festival Internacional de Cine Documental del Sur, MiradasDoc, que se celebra en el municipio tinerfeño de Guía de Isora. Una de las señas de identidad de este certamen es potenciar la mirada de los cineastas originarios de los países empobrecidos del Sur, por lo que incorpora en su programación casi un 40% de cine procedente de los países subsaharianos. Dos citas indispensables para acercarse al cine africano en nuestro propio país.

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