Revista Humanizar

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La vida, ¿tiene sentido?

Número 132, Enero-febrero 2014

"La duración de un hombre"

“Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro es relativamente fácil; lo difícil es que el hijo te haga caso, el árbol se haga adulto y alguna editorial te publique el libro”.

Por Pepe de Lucas Éste no demasiado optimista mensaje, me llegó hace poco entre las frases pretendidamente graciosas y trascendentes que cada día caen en los correos de internet. La sabiduría popular nos centró en aquellas tres acciones lo que cada persona debería realizar para dar sentido a su paso por la vida. Si nos fijamos, son tres acciones para nuestra permanencia en la posteridad, o más bien para la continuidad del grupo: transmitir los genes, mantener la naturaleza, fijar y extender nuestras ideas. Nada se habla ahí de la satisfacción íntima, personal, de conseguir la felicidad del individuo. Lo tocaremos luego. Estar optimista o pesimista frente al logro de aquellos objetivos señalados por nuestros mayores, dependerá de la historia de cada persona. Y del momento en que nos pille la evaluación que hagamos. Creo que puede decirse que nadie, ni los equipos extragalácticos, gana sus partidos por diez a cero; que en cualquier programa que nos proponemos, hacemos dianas pero también nos cuelan o nos dejamos colar goles clamorosos. Por completar la reflexión, acudo al Salmo 90: “Setenta años dura nuestra vida, y hasta ochenta llegan los más fuertes; pero sus afanes son fatiga inútil, pues pasan pronto, y nosotros nos desvanecemos.” Vaya, una inyección de ánimo y de autoestima nos llega de la Biblia. Pero la Palabra revelada no pretende simplemente fastidiarnos, sino que intenta nuestra edificación. Y en el mismo poema nos dice: “Enséñanos a calcular nuestros días, para que adquiramos un corazón sabio.” Lo que yo interpreto como que no vivamos absorbidos por la ejecución compulsiva de acciones en todas y cada una de las etapas de nuestra edad (o en la molicie permanente), sino que situemos en el tiempo, en nuestro tiempo personal, nuestro programa de vida. Y también se incluye un ruego al Altísimo para que nos proporcione la salsa de nuestra existencia: “Sácianos de tu amor por la mañana, para que vivamos con alegría y júbilo.” Afanes y logros sí, pero con alegría y júbilo, que se nos suele olvidar. Los que estamos cerca, pero que muy cerquita, de entrar en “el tiempo añadido” sobre lo que nos decretó el salmista, miramos el marcador sin demasiada esperanza (o riesgo de fastidiarlo) en que el resultado cambie sustancialmente. Va siendo más hora de balances que de diseño de nuevas estrategias, aunque siempre hay oportunidad para plantar un árbol más, y para escribir otro libro aunque sólo circule fotocopiado y entre los próximos (de lo otro, mejor no hablar mucho). En lo que a mí respecta, y cuento con que esto sólo le interesa a mis más cercanos, la Cuenta de Resultados Personal me da beneficios; creo haber tenido (y creado cerca de mí) más satisfacciones que perjuicios. Así que, en apretado resumen, hoy puedo decir que me alegro de haber participado en este singularísimo suceso de la vida.

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