¡No es no!
Septiembre-Octubre 2017
No vuelvas la mirada hacia otro lado: hay adolescentes que se están suicidando
Si hablamos de bullying y acoso escolar no puede faltar una referencia audiovisual clave en el último año, la serie “Por trece razones (13 Reasons Why)”, estrenada en Netflix y basada en el libro del mismo nombre del escritor Jay Ascher...
Por Cristina Ruiz, periodista.
Lo que a priori podría parecer la típica trama de adolescentes en el instituto es, en realidad, una serie construida con gran maestría narrativa, que provoca una reflexión profunda tanto a jóvenes como adultos.
La trama cuenta la historia de Hannah Baker –interpretada por la joven actriz australiana Katherine Langford–, una chica de 16 años que vive en una pequeña ciudad cualquiera de EE.UU. y que, a causa de la presión que sufre en la escuela, termina suicidándose. No, no estamos desvelando el final ni haciendo eso que ahora llaman spoiler: es el suicidio de Hannah lo que desde el primer capítulo desencadena toda la serie. Antes de morir, la adolescente deja grabadas siete cintas de cassette en las que va desgranando –en la Cara A y Cara B– los trece motivos que la han conducido al abismo. Por cada capítulo un lado de la cinta, una razón, una persona que le hace caer más y más en el sufrimiento.
Lo primero que sorprende al enfrentarse a la serie es la propia Hannah. Desde el prejuicio inicial, podría parecer que las víctimas de bullying escolar fuesen siempre gente “diferente”, con alguna cualidad que les hace ser discriminados (por su aspecto físico, su orientación sexual, sus discapacidades, sus gustos, su origen…).
Sin embargo Hannah contradice todo eso: una chica guapísima, con grandes ojos azules y una sonrisa que deslumbra, buena estudiante, lista, de mente rápida, proveniente de una familia estructurada y con una vida aparentemente normal. Sin embargo, la maravillosa –casi se diría que perfecta– Hannah se convierte enseguida en víctima de las murmuraciones y el acoso en su nuevo instituto.
En la serie –producida por Selena Gómez– aparecen muchos de los ingredientes que están convirtiendo el bullying en algo mucho más grave que antaño: las redes sociales, el acceso de los jóvenes a dispositivos móviles, la mayor libertad de movimientos y horarios, el neomachismo, la dificultad creciente de los mayores –tanto padres y madres como educadores– para comunicarse con los jóvenes… Una bomba de relojería en las emociones de cualquier adolescente. Porque acontecimientos que para un adulto pueden parecer banales, adquieren una gravedad vital en esa primera etapa del desarrollo, cuando los sentimientos se viven hasta el extremo.
Varios de sus capítulos son incómodos y provocan desasosiego. Escenas que han sido criticadas por ser demasiado explícitas o directas, como la del propio suicidio de Hannah. El director ha optado por no edulcorar u obviar la realidad en planos en los que la protagonista sostiene la mirada e interpela al espectador.
En este sentido, “Por trece razones” ha recibido duras críticas por acusársele de inducir al suicidio o servir de inspiración para adolescentes que quieran seguir los pasos de Hannah. No es en absoluto la intención ni del autor original del libro ni de los productores y directores de la serie que, por el contrario, lo que han querido es crear un producto de sensibilización que sirva, no sólo como una serie más para ver en casa, sino para realizar charlas o video-fórums en institutos y escuelas pero, sobre todo, para suscitar la conversación entre adultos y jóvenes. “Hay muchos temas de los que la gente no quiere hablar, pero hay que forzar esa conversación”, afirmaba Jay Ascher en una entrevista con EFE.
Es necesario abrir los ojos a la realidad, ser conscientes de que hay chicos y chicas que terminan suicidándose y comprender por qué lo hacen. Porque detrás del suicidio adolescente nunca hay un solo motivo, una razón aislada o un solo culpable, sino que es todo un entorno el que, por acción u omisión, contribuye a que la persona pierda el sentido de la vida y vaya al límite, tomando la peor de las opciones posibles.