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Soñar...

Número 176, Mayo - Junio 2021

La ciencia al servicio de la humanización

Estanislao Nistal-Villan (Toral de los Guzmanes –León–). Licenciado en Bioquímica por la Universidad de Salamanca. Doctor por la Escuela de Medicina Mount Sinai (Nueva York). Se incorporó al laboratorio del doctor García-Sastre, Departamento de Microbiología (2001). En 2010 comenzó sus estudios postdoctorales en el CIMA (Centro de Investigación Médica Aplicada) de Pamplona, desarrollando modelos basados en la regulación del IFN –ciertas proteínas que detectan un virus–. Desde 2015 dirige el laboratorio de Virología e Inmunidad Innata en la Universidad CEU San Pablo de Madrid.

UNA PASIÓN INNATA


–¿Nunca había visto nada así?
–Nunca. Aunque he visto cuatro brotes pandémicos en lo que va de siglo: el SARS en el año 2003, la gripe de 2009, el MERS en 2013 y ahora el SARS-CoV-2. Y en casa, de pequeño, mi abuela y mi madre nos recordaban mucho la gripe de 1918, y cómo en unos días murieron las dos hermanas de mi abuela y al poco su padre. En mi familia siempre ha habido una gran sensibilidad hacia el tema de la gripe y de las infecciones. 
En el instituto, magníficos profesores de biología supieron transmitirme la belleza en la complejidad de la biología celular y su dependencia de la bioquímica. En la carrera descubrí la inmunología, que junto con la biología celular y la bioquímica podía explicar muchas cosas de por qué y cómo los seres vivos sobreviven y por qué mueren. Tuve la suerte de poder continuar mi formación trabajando y posteriormente realizando mi tesis doctoral en el laboratorio del doctor Adolfo García Sastre (Departamento de Microbiología, Hospital Monte Sinaí de Nueva York). Allí, además de la gripe, se trabajaba con el ébola, y distintos virus con potencial pandémico o potencial vacunal.


–¿Conoceremos el origen del virus?
–Va a ser difícil. Conocer el animal exacto del que pudo producirse la primera transmisión, la zoonosis animal-humano, requiere que aislemos el SARS-CoV-2 del animal, o un virus homólogo. A no ser que ese virus siga en ese animal y logremos dar con él, no sabremos con exactitud lo que ha podido ocurrir. Junto a la cada vez más probable posibilidad de que el virus llevara un tiempo circulando antes del brote de Wuhan. Desde el inicio tratando de esclarecer lo que ha pasado. Conocer el animal reservorio del virus es importante, ya que, si no lo conocemos y sigue propagándose, en el futuro podrían aparecer nuevas variantes que generen problemas.


–Ante las primeras noticias, ¿cómo reaccionó?
–Las primeras noticias desde China fueron alarmantes. Pese a que los casos parecían muchos, unos miles, en perspectiva eran poquitos en comparación con lo que hemos visto en España, Europa o el resto del mundo. Sin embargo, me preocupó el hecho de que, al no ser un virus altamente patogénico, sino de fácil transmisión, aparentemente aérea, implicaba un riesgo muy alto y una propagación muy rápida. La gran mayoría de las personas que se infectan son asintomáticas, o con síntomas leves. Traté de hacerlo notar a mis compañeros, y concienciar allí donde pude.


–¿Estamos concienciados?
–Un porcentaje muy alto de la población está concienciado de que está en cada uno la responsabilidad de prevenir la infección de otros. Hay personas que, por el hecho de no sufrir, o tener un menor riesgo a la hora de padecer la COVID, aparentan tener menos sensibilidad, o menor percepción del riesgo.


–¿Invertimos en investigación?
–Por desgracia, y lo vivimos en carne propia, no. En España, con la excepción de algunos centros, la investigación se entiende como una figura principalmente académica. Va a ser complicado que las vacunas que se están desarrollando aquí lleguen a comercializarse para las campañas de vacunación en marcha. Pueden tener un espacio para comercializarse en otros países, o que sirvan de vacunas de refuerzo. Tienen propiedades interesantes que no tienen las vacunas que se están administrando.


COMO UN LIBRO ABIERTO


–Llevamos unas cuantas olas…
–Estamos controlando la última de las situaciones de incremento de casos. Es probable que a medida que vaya controlándose la transmisión en las próximas semanas y meses, y aumente la vacunación, y vayan incrementándose las temperaturas, los casos disminuyan. Veremos episodios de pequeñas subidas y bajadas. El segundo gran reto de la vacunación, una vez se pueda hablar de vacunación generalizada (el primero es prevenir de COVID grave y la muerte), es ver hasta qué punto va a prevenir una nueva ola de casos de cara al otoño y el invierno próximos.


–¿Qué es el ARN mensajero?
–Los ARN mensajeros son las moléculas que usan todos los seres vivos y los virus como libro de instrucciones para producir cada una de sus proteínas. Las proteínas sintetizadas a partir de ARN mensajero pueden tener muchas funciones, entre ellas la de ser presentadas al sistema inmune para que éste decida si pertenecen a nuestro cuerpo o son extrañas, y en ese caso, si es necesario, reaccionar y destruir los lugares donde se expresen dichas proteínas extrañas. 


–¿Qué patologías son incompatibles con las actuales vacunas?
–Historial de reacciones anafilactoides (alérgicas) fuertes, o de reacciones anafilácticas a alguno de los componentes vacunales. Se está estudiando si problemas en el sistema plaquetario o de coagulación en algunas personas podría ser un factor de incompatibilidad.


–¿Llegarán más vacunas para grupos que hoy no pueden vacunarse (niños, embarazadas…)?
–Si, pero no tienen que ser necesariamente nuevas vacunas. Se están ya realizando estudios para probar si las vacunas que están ya en el mercado pueden llegar a servir a otros grupos de población.


–¿Cuál sería la vacuna “perfecta”?
–La que genere una buena inmunización y proteja de la infección y de desarrollar la enfermedad. Además, fácil de producir, barata y de fácil conservación y administración. Que sirva también para la vacunación de animales que pudieran transmitir el agente infeccioso. Y que con una dosis vacunal tuviéramos protección para toda la vida.


–¿Cuándo llegaremos a la inmunidad de rebaño?
–Algunos cálculos sugieren que con un 70% de inmunización se podría contener la transmisión del virus. Sin embargo, tanto los vacunados como los infectados deberían tener una inmunización esterilizante, esto es, que no se infectaran o bloquearan completamente la transmisión del virus si se infectan. Puede ser necesario un porcentaje más alto de vacunados para llegar a la inmunidad de rebaño.


–¿Ha venido para quedarse?
–Es probable que se quede, aunque está por ver si las vacunas presentes o futuras y el grado de vacunación a escala mundial hace que la incidencia del virus pueda ser muy baja o residual en un tiempo cercano. El hecho de que haya animales portadores y transmisores, personas o grupos de edad no inmunizados, o donde no lleguen las vacunas, hace probable que el virus siga circulando.


FUTURO EN POSITIVO


–Se anuncian nuevas pandemias…
–No es que se anuncien. Hemos tenido varias en lo que va de siglo, con menor impacto, y conocemos pandemias en la historia reciente muy importantes. En 2018 organizamos un simposio patrocinado por la Fundación Ramón Areces y la Universidad CEU San Pablo: “Centenario de la Gripe Española de 1918. La peor pandemia en la historia contemporánea mundial: lecciones para el futuro”. Fue muy esclarecedor de lo que pasó entonces y podía pasar, y finalmente pasó.


–Dicen que nuestros jóvenes no van a crecer exponencialmente como las anteriores a nivel intelectual.
–Aunque la situación va a ser más complicada, mi experiencia este último año con estudiantes es que la pandemia les ha colocado ante el espejo y les ha imbuido un nivel de madurez que el observado en años anteriores. Hoy el acceso a la información y al conocimiento es mucho más fácil. La juventud es consciente de que se enfrenta a un mundo más complejo e inestable. En tiempos difíciles se agudiza el ingenio.


–¿Qué podemos hacer a pie de calle?
–Las generaciones mayores vivieron situaciones peores. Es posible que se avecinen tiempos similares, con un gran sacrificio personal e incertidumbre. Ante esta situación, mirando atrás, nos puede sacar adelante retomar valores y prácticas del pasado: tenacidad, esfuerzo, valor de la familia y los amigos, importancia de la educación, el respeto y la dignidad.


–¿Ha podido humanizarnos la pandemia?
–Estoy convencido. Somos más conscientes de nuestra fragilidad. Estamos de paso, todos somos perdedores en la batalla con la muerte, pero vencedores si pensamos en que nuestro papel activo como individuos capaces de cuidar nuestra interacción con el mundo y las personas que nos rodean. La vida no puede y no debe de ser algo fútil.

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