Soñar...
Mayo - Junio 2021
Las cajas de los sueños
Consciente de la importancia de los sueños y de la cantidad de información que proporcionan, fui recogiendo los diferentes tipos de sueños que expresaban. Según la edad los sueños van cambiando y, en consecuencia, gran parte de sus miedos van variando con ellos. Cuando los pequeños diferencian la fantasía de la realidad, lejos de dejar de soñar, continúan haciéndolo, pero muchos sienten una vergüenza en expresarlos, sobre todo si éstos son origen de sus miedos.
Para trabajar los sueños, les digo que tienen que construir dos cajas que han de tener con ellos durante todo el acompañamiento. Una la llamaron la caja de los sueños “dormidos” y a la otra le pusieron el nombre de la caja de los sueños “despiertos”.
Las cajas de los sueños “dormidos” los niños pueden elegir la forma de expresarlos, bien lo hacen dibujando, escribiendo o mezclando dibujo y narrativa. Sus escritos mágicos no se leen cada semana, sino que cada niño los va almacenando en su caja y una vez al mes se leen. Esto me ayuda a percibir la recurrencia de sus sueños, lo que constituye un miedo, lo que puede derivar en una obsesión, lo que pasa a ser pesadilla y lo que puede convertirse en terror nocturno.
En la caja de los sueños “dormidos” los que más aparecen son los sueños con monstruos, agua, caídas, animales, payasos, hombres malos, fuego, hadas, hechizos y brujas. Están asociados a sus inseguridades, sentimientos de ser perseguidos, ansiedades, rivalidades, envidias, luchas, deseos de cambios, acosos, etc. Detrás de cada uno hay algo que preocupa al niño y que hay que trabajar.
Las cajas de los sueños “despiertos” se van llenando de sueños y de fantasías que con esfuerzo pueden ser alcanzables o pueden derivar en otras más ajustadas a cada niño y se trabajan los 15 últimos minutos de cada sesión. Estos sueños están llenos de esperanza, de deseos de bien, implican luchar por algo, despiertan la motivación, animan a los niños a trabajar por conseguir lo que quieren. Son una fuente de estimulación para el cambio y un medio maravilloso para abrirlos a la vida.
Castrar los sueños infantiles es asfixiar el alma infantil, es agarrotar la mente para dirigirla solo en una dirección. Al abrir la caja de los “despiertos” encontramos sueños fantásticos y sueños posibles. Ambos son maravillosos, porque la fantasía “despierta” de los niños confronta con una realidad “dormida” de los adultos. La fantasía “despierta” de Alba, (tal y como escribió hace unos días) fue: “sueño que todas las personas sean buenas y que todos los niños tengan comida”. Este sueño “despierto” de Alba y lleno de una aspiración compasiva confronta con la realidad dormida de muchos adultos que se han dejado atrapar por la comodidad, desconfianza y desesperanza. Podría ir analizando sueño a sueño y veríamos el mundo maravilloso, ético, solidario, sorprendente y responsable de los más pequeños.
Entender los sueños como imposibles, utopías, quimeras o ensueños propios de locos, es extirpar algo profundo y maravilloso del ser humano, nada menos que la capacidad de anhelar y luchar por alcanzar los sueños. Esto le pasó a Leonardo da Vinci que diseñó el ornitóptero, una aeronave capaz de mantenerse en el aire. Cuando con la mente somos capaces de imaginar y concebir algo, podemos alcanzarlo.
Al leer cada niño su sueño entramos en procesos de “ayudar a pensar” y esto es lo terapéutico y transformador. Yo los animo y estimulo para que no dejen de soñar nunca, porque como dijo Eleanor Roosevelt: “El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños”.