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Soñar...

Número 176, Mayo - Junio 2021

Vivo en la calle de los sueños

Pero qué son los sueños. Allan Hobson, el investigador que describió las fases REM y No REM de los sueños (en referencia actividades motoras oculares que traducen actividad cerebral,  REM significa Movimiento Rápido de Ojos) define los sueños como:

“La actividad mental que ocurre en el sueño se caracteriza por una imaginación sensomotora vivida que se experimenta como si fuera la realidad despierta, a pesar de características cognitivas como la imposibilidad del tiempo, del lugar, de las personas y de las acciones; emociones, especialmente el miedo, el regocijo, y la ira, predominan sobre la tristeza, la vergüenza y la culpabilidad y a veces alcanzan una fuerza suficiente para despertar al durmiente; la memoria, incluso de los muy vívidos, es tenue y tiende a desvanecerse rápidamente después de despertarse a no ser que se tomen medidas especiales para retenerlo”.

 

Fisiología de los sueños

Desde el punto de vista fisiológico las ensoñaciones, los sueños se dan en cualquier etapa del periodo de sueño, pero se han descrito diferencias entre los sueños que se dan en la fase REM de la fase no REM.

Los sueños de la fase REM son más largos, se perciben con más nitidez, suelen ser raros y estrafalarios, más cargados emocionalmente y menos relacionados con nuestra vida normal, que los que se narran cuando nos despertamos en la fase No REM. Por el contrario los que surgen del despertar en las fases No REM contienen más representaciones de nuestras preocupaciones cotidianas y son más de tipo pensamiento y menos como imágenes.

Todo esto se corresponde con activaciones de sustratos anatómicos del Sistema Nervioso Central, porque entran a formar parte muchos elementos cerebrales. Por eso podemos indicar que los sueños no son exclusivos de la especie humana, sino de todo ser biológico que presente un sistema nervioso suficientemente desarrollado; el que no los puedan expresar no significa que no se den.

 

Significado de los sueños

S. Freud, pionero en la interpretación de los sueños, como base de su terapia psicoanalítica, expuso que los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador, incluso los sueños tipo pesadilla. Hay sueños negativos de deseos, donde lo que aparece es el incumplimiento de un deseo. Freud considera que todo sueño es interpretable, es decir, se le puede encontrar su sentido y a interpretarlos dedica su obra La interpretación de los sueños, expone que los sueños son expresión del mundo subconsciente, y por ello considera muy importante su interpretación porque permiten aflorar ese mundo inconsciente. Esa teoría fue muy criticada en los años 70-80 de la pasada década, entre otros por Hobson y que ahora está plenamente reconocida por este autor, aunque con matices.

José Antonio García Higuera indica los beneficios psicológicos que tienen los sueños, señalando que actúan sobre la memoria emocional activando los circuitos cerebrales asociados a la emoción, y que lo que consolida el sueño es la actitud, entendida como preparación a actuar, y al no tener acción se manifiesta solo el componente emocional. Por otro lado, Seligman, indica que en el sueño se producen actividades caóticas y que nuestro cerebro tiene que organizarlas para dar coherencia, porque no admite el caos, y esta organización son las manifestaciones oníricas.

 

Sueños y humanización

De lo que se ha expuesto se puede entender el difícil control que tenemos sobre la actividad onírica, puesto que son parte del subconsciente, solo podemos permitir que afloren para intentar un mejor conocimiento de la persona, de mí persona.

Pero entonces por qué quiero realizar mis sueños. ¿Por qué me tengo que empeñar en perseguir los sueños de mis deseos?

Podemos entender que los sueños tienen un carácter de irrealidad en su concepción, pero al mismo tiempo pueden suponer un elemento propulsivo para llevar a cabo acciones. Martin Luther King nos mostró ese camino: “I have a dream!” (Tengo un sueño), en el que expresaba cómo quería que fuera el mundo y la sociedad, donde imperara la justicia (no en sentido legal, sino en sentido ético), donde las personas pudieran convivir sin importar raza, religión, etc. Este es un sueño ético al que me quiero apuntar a lo largo de mi vida.

Porque como he dicho, me estoy criando en la calle de los Sueños, entre la calle de la Felicidad y la calle de la Fantasia, y algo de esto tienen que tener mis sueños.

Mis sueños nacen de la fantasía de lo que quiero ser, a dónde voy a llegar, qué mundo quiero construir, cómo quiero que sean mis relaciones, sociales y de pareja, cómo voy expresar mis valores personales, es llegar a ser alguien todavía no real (fantasía) pero camino de serlo, por eso debo poner mi empeño en perseguir y alcanzar mi sueño.

Este ideal de vida, de mi vida, lo construyo como una manera de alcanzar la felicidad. Ya sé que la felicidad es algo vago e intangible, pero me construyo para alcanzar esta felicidad, no de manera efímera, sino de manera cotidiana. Empezar cada día con el empeño de ser feliz y ayudar a otros a alcanzar la felicidad. Porque en los sueños, en nuestros sueños, podemos alcanzar el ideal de felicidad que cada uno busca.

Y, sí, entiendo que estas actitudes me humanizan, me hacen reconocer el humus, el barro del que todos estamos hechos y suponen un compromiso y una responsabilidad. Compromiso y responsabilidad que son las que fundamentan una ética humanista. Me comprometo conmigo y con la sociedad para hacer realidad mi sueño de ser persona y me responsabiliza para dar cumplida cuenta de cómo he actuado para conseguirlo.

 

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