"Escuchar a los adolescentes es ayudar a que tomen mejores decisiones para su vida adulta"
Basta escuchar las palabras de algún personaje importante de la vida cultural o mediática del país acerca de los jóvenes, o leer las cartas que como lectores de periódicos muchos de éstos escriben para exponer sus problemas, para constatar que las visiones se confrontan y se repelan.
En muchos casos pareciera que la brecha intergeneracional es una lejanía insalvable, más aún cuando se juega con adjetivos calificativos: “Millenials” o “Generación Y”, “Xennials”, y la más reciente “Generación Z”. Todas estas parece que están desconectados de la muy anterior “Generación X” y no se diga de sus padres o abuelos “Baby Boomers”. El análisis de las nuevas generaciones ha generado también tópicos despectivos para referirse a los jóvenes de hoy, como el muy recurrido que identifica a la “Generación de Cristal” con la intolerancia a la crítica y a la frustración, la baja autoestima, poco esfuerzo y ansia por la inmediatez, la sobreprotección parental, la adicción a las tecnologías y más.
En el lado opuesto, se trata de generaciones de adolescentes y jóvenes que viven inseguridad, incertidumbre, bullying, violencia de género, desempleo, problemas de emancipación, crisis climática y que constantemente expresan que tras las últimas crisis económicas y la pandemia de la Covid-19 pierden las perspectivas de un futuro mejor, al menos uno en el que puedan superar lo logrado por sus mayores.
El Informe Juventud 2020 -última edición elaborada por el Instituto de la Juventud (Injuve) para el diseño de unas políticas públicas urgentes por el impacto de la pandemia- confirmó las consecuencias de la llamada “década pérdida” de una generación de jóvenes que enfrenta su segunda gran crisis económica y social cuando aún no se había recuperado de los efectos de la crisis financiera de 2008.
A pesar de ello, la directora del Injuve, María Teresa Pérez asegura que el estudio permite detectar una juventud española “solidaria, inconformista, abierta, integradora, participativa, consciente de las desigualdades y discriminaciones que existen en nuestra sociedad y preparada para asumir los retos y los cambios necesarios en los ámbitos de la educación, la digitalización, la transición ecológica o la erradicación del machismo y sus violencias”.
Proyecto “Soy adolescente, ¿y qué más?”: anticiparse escuchando a la adolescencia para entendernos mejor a la juventud
En este contexto social, la fotógrafa hispano brasileña Angélica Dass y el colectivo Másquepalabras coordinan el proyecto expositivo “Soy adolescente, ¿y qué más?”, con el que se pretende crear un espacio para la comprensión sin condicionamiento, desde un punto de cercanía, reconociendo la complejidad de la etapa más creativa de la vida, aceptando sus luces y sombras. El trabajo realizado conjuntamente con alumnado de centros escolares de Madrid cruza las líneas de esa separación generacional, pone el foco en la realidad de sus vidas a partir de su identidad y les da un altavoz a sus opiniones.
La promotora del proyecto asegura que “está muy estereotipada” la forma en que se observa a las nuevas generaciones, “con muchas frases hechas sobre la adolescencia, pero pocos se paran a pensar y oír lo que tiene que decir este momento especial de la vida”. Por ello se ha trabajado de la mano de estos estudiantes para “conocer cuáles son las transformaciones y cómo es su perspectiva del mundo que estamos viviendo”.
La importancia de anticiparse y escuchar a los adolescentes radica en que muchos de ellos toman decisiones en ese periodo de cara a su futuro. “Muchos siente una gran responsabilidad que tienen en esta etapa; es el momento entre la niñez y la construcción de la vida adulta. Son decisiones que van a marcar su vida y es algo que se construye entre los 14 y 15 años de edad y si ellos ven esto crucial ¿por qué no mirarlos ahora?”.
En el trabajo para conformar el proyecto, uno de los ejercicios consistió en pedir a los estudiantes que crearan un autorretrato con objetos para mostrar quiénes son y cómo se ven a sí mismos. En el resultado hay contrastes como la inclusión de juguetes o muñecos de peluches y tabaco, a pesar de que no tienen edad para ello, o pastillas y objetos con los que refieren autolesiones, o bien otros casos con clara orientación LGTBI+. Todo ello muestra la importancia que tienen las decisiones de esta etapa de la vida.
En este periodo la identidad también tiene un papel importante. Como ejemplo de ello, es uno de los grupos de trabajo con adolescentes que son españoles, pero hijos de familias que suman 30 nacionalidades diferentes, que se convierten en capas identitarias que influyen también en ellos, en la narrativa de saber quiénes son y de cómo encajar en la sociedad.
De su experiencia con el proyecto, Dass afirma que lo abordó primeramente desde una perspectiva psicológica, para saber cómo acercarse y oír mejor a los adolescentes. Un segundo enfoque es el proceso educativo por los textos que han escrito y un tercer componente es el arte como herramienta del activismo y diálogo transformador de la sociedad. Es un proceso que también las personas adultas tienen que ver para entender mejor a los adolescentes.
Del análisis de la relación intergeneracional y de la necesidad de mayor entendimiento, la autora del proyecto es clara: “Todos los adultos somos parte de la construcción de la narrativa de los adolescentes. Veo en los estudiantes una mezcla de desesperanza y a la vez el intento de construir nueva sociedad; tienen mucha sensibilidad. Hay adultos que hablan de los jóvenes de cristal como limitados, pero no es así, son muy sensibles al mundo complejo que vivimos, y en esa complejidad unos sufren más que otros. También tienen mucha presión sobre lo que significa la responsabilidad, e intentan encajar en las expectativas que no son suyas sino de los adultos, no es fácil”.
“Abogo por escuchar. Para llegar a un entendimiento hay que oír, prestar atención a los dilemas por los que pasan, no solo abordar esto como algo pasajero. Además, desde su juventud ellos pueden aportar muchas cosas, he aprendido mucho con ellos sobre el mundo y sus complejidades”, añade la artista.
La superioridad de los adultos incide en la falta de entendimiento
Y, ¿cómo ven algunos de esos jóvenes participantes del proyecto artístico a los adultos? ¿Qué es lo que les piden? La relación intergeneracional debe basarse en el respeto mutuo y evitar que la edad sea la causa de la falta de entendimiento de un trato poco empático. “La “superioridad” simplemente por tener más años es algo que debe cambiar, eso hace que no nos entendamos bien y haya problemas. Se creen que por simplemente tener más edad pueden tratarnos de cualquier manera y no tiene que ser así”, enfatiza uno de los estudiantes.
“Obviamente no nos van a comprender siempre, pero se deben de poner en nuestro lugar”, explica otro de los participantes del proyecto, que estima que una mayoría de adolescentes no se tienen comprendidos por los adultos. “En algunos momentos no toman en cuenta nuestra opinión, aunque sea igual de válida que la suya”, añade otro de ellos.
Por todo ello, este proyecto es una invitación a que los adultos se acerquen a las complejidades que tienen los adolescentes y a ver cómo se encaminan en sus intereses hacia la vida adulta. “En mi caso, proyectos como éste ayudan muchísimo. Me ha ayudado a descubrir muchas cosas, a saber que se me dan muy bien y que puedo ir por ese camino, como por ejemplo fotografía o moda”, recalca uno de ellos. “Este proyecto nos da atención y me parece magnífico, porque deja expresarnos. También hace que la gente se adentre más en este tema, por lo menos un rato”, agrega uno más de los participantes.
El proyecto que fue objeto de una exposición el pasado mes de diciembre en el espacio Un cuarto en llamas, del Centro Cultural Conde Duque, Madrid) ha contado con la colaboración de alumnos de las escuelas madrileñas CEIPSO Miguel de Cervantes (Alcorcón), IES SIGLO XXI (Leganés), IES Federico García Lorca (Las Rozas) y ES Barrio Simancas (Simancas). Los adolescentes que participan son un reflejo de la sociedad actual: diversa, racial y en permanente transformación. Para este trabajo se han utilizado retratos, paisajes, bodegones, vídeos y textos para crear una narrativa coral donde podemos explorar lo colectivo a la vez que nos acercamos a los individuos.