Somos cuerpo, también
Marzo - Abril 2025
El arte de escuchar nuestro cuerpo

Transitamos un tiempo difícil para la escucha a todos los niveles. La distracción gana a la atención y la dispersión en medio de la vorágine y de la velocidad hace difícil la pausa, la reflexión y la escucha de nuestro interior. Y en ese conectarnos con lo más profundo de nosotros mismos también emerge la oportunidad de escuchar a ese cuerpo que nos habla en nuestras tensiones, expresiones, dolores, somatizaciones y alegrías. Nuestro cuerpo es un libro abierto.
Durante la pandemia del coronavirus del año 2020 participé en un curso on line organizado por personas vinculadas a la Teoría U, de Otto Scharmer. La Teoría U, brevemente, propone a personas y los grupos un viaje interior para poder acceder a su potencial más profundo con el fin de crear un futuro mejor. Este viaje lo protagoniza la escucha de la realidad que nos rodea, de nuestras emociones y sentimientos y de nuestro cuerpo también. En el contexto del confinamiento del 2020 buscábamos comprender (y escuchar) qué nos estaba sucediendo como humanidad en una situación límite como la que estábamos viviendo.
En una de las sesiones se nos propuso hacer teatro social desde nuestras casas y de modo virtual. Se nos invitó a que cada cual expresáramos de manera espontánea con el cuerpo cómo nos sentíamos en aquella situación de atasco e incertidumbre de alcance mundial. En lugar de hablar sobre el problema, se nos pidió que lo representáramos físicamente. Nos distribuimos en salas virtuales en grupos de tres personas e hicimos el ejercicio. Cada uno expresó con su cuerpo el malestar y solo después hablamos de ello. Cada persona no solo decía qué había querido expresar en ese movimiento corporal, sino que además las otras dos personas añadían y completaban: “tu rostro denotaba tristeza”, “apretabas los puños como si no pudieras más”… A continuación, se nos invitó a otro movimiento corporal donde debíamos expresar cómo visualizábamos la salida de la pandemia, donde aparecían tonos más esperanzadores. A través de estos movimientos leemos la revelación de nuestros cuerpos que emiten señales y construyen respuestas a situaciones donde las palabras no nos alcanzan.
El cuerpo como aliado
Del mismo modo, en la realización de cursos formativos, el cuerpo se convierte en nuestro principal aliado. Por ejemplo, cuando trabajamos con equipos, utilizamos prácticas donde las personas representan físicamente sus roles dentro de una organización. Al hacerlo, emergen patrones que a menudo están ocultos en conversaciones tradicionales. Aparecen distancias físicas y emocionales de las que no éramos conscientes. Y es que el cuerpo no miente: a través del movimiento podemos ver y sentir dinámicas relacionales que hablan de cómo somos. Solo hemos de ponernos a la escucha.
En organizaciones donde he visto cómo se emplea la técnica del teatro social se han manifestado a través de esta herramienta corporal cómo los trabajadores de una organización viven sus dinamismos relacionales en las que abundaban conflictos sin resolver. Es interesante comprobar qué ocurre en un equipo cuando las palabras ya no alcanzan a dar cuenta de lo que ahí sucede. A menudo, las dinámicas más profundas no pueden expresarse verbalmente, pero el cuerpo sabe.
En una Fundación en la que colaboraba y que inicialmente parecía una organización bien engrasada, la práctica de esta herramienta corporal reveló tensiones no expresadas entre departamentos clave: personas que se dan la espalda, miradas agresivas o los miedos a los jefes son tan solo muestras de cómo quedan reflejados en los cuerpos con memoria que se expresan sin palabras. Por otra parte, al moverse juntos hacia una “escultura” que representara un futuro deseado, los participantes comenzaron a explorar nuevas formas de colaborar. Este simple ejercicio aportó claridad en medio de sombras y generó un compromiso renovado entre los equipos. La expresión corporal -exclusivamente- no soluciona problemas, pero sí los identifica y enfoca las respuestas necesarias para retomar una nueva dirección. El cambio no surge al forzar una dirección, sino al permitir que emerja lo que ya está presente en el cuerpo colectivo. Estas prácticas invitan a confiar en la sabiduría del cuerpo y a dejar que modulen nuestras acciones.
El eco de los gestos
Muchos recordaremos cómo en la entrega de los Oscar del año 2022 ocurrió un grave incidente. El presentador, Chris Rock, hizo un comentario desagradable de la esposa de Will Smith. Este -enfurecido- salió al escenario y dio una bofetada al presentador. El cuerpo habló y las redes sociales captaron millones de visitas en aquellos días. Hasta aparece reseñado en Wikipedia. Al mismo tiempo, y en esa misma gala de los Oscar, hubo otro incidente protagonizado por dos mujeres: Liza Minnelli, que iba en silla de ruedas y Lady Gaga que la acompañaba. Liza Minnelli debía leer un pequeño texto y se trabucaba, se puso nerviosa… hasta que la mano amiga de Lady Gaga tomó la mano temblorosa de su amiga. “Te tengo”, le dijo. “Lo sé” respondió Liza. Este gesto no aparece en Wikipedia ni salió con tanta profusión en redes sociales, y sin embargo aconteció en la misma noche y en el mismo lugar.
Los cuerpos emiten señales, y se sigue dando más importancia al puño cerrado de un hombre que denota agresión, fuerza y dominio sobre la imagen de la mano abierta de una mujer en señal de apoyo. Cuidar nuestro cuerpo no es estilizarlo o hacerlo lo más musculoso posible; es conectar con él a través de la escucha dejando que nos hable, es poner atención a la mano amiga y extendida para que gane la partida al puño cerrado de la fuerza ciega.
Para seguir pensando:
Arawana Hayashi, Teatro de Presencia Social, 2023